Según cuenta en
su sitio web, en 1990 Rowling estaba viajando en un tren de Mánchester a Londres, cuando la idea «de
repente se formó en su cabeza».
"Había estado escribiendo
casi continuamente desde que tenía seis años, pero nunca había estado tan
emocionada sobre una idea así antes. [...] Simplemente me senté y pensé,
durante cuatro horas (el tren se había retrasado), y todos los detalles
aparecieron en mi cabeza, y este chico desarreglado y de pelo negro que no
sabía que era un mago comenzó a ser cada vez más y más real para mí".
En 1995, Harry
Potter y la piedra filosofal estaba terminado y el manuscrito fue enviado a
diversos agentes. El segundo agente al que acudió, se ofreció a representarla y
enviar su manuscrito a Bloomsbury
Publishing. Después de que ocho editoras rechazaron el libro,
Bloomsbury ofreció a Rowling un adelanto de £2,500 para la publicación.
A pesar de que
Rowling no había tenido en mente una categoría de edad particular para sus
potenciales lectores cuando comenzó a escribir, los editores apuntaron
inicialmente a niños de entre nueve y once años. En la víspera de la
publicación, los editores pidieron a Joanne Rowling adoptar un seudónimo con un género
más neutral, para abordar a los chicos varones de esta edad, temiendo que no
estarían interesados en leer una novela escrita por una mujer. Ella eligió
utilizar J.K. Rowling (Joanne Kathleen Rowling), omitiendo su nombre y usando
el de su abuela como segundo.
El primer libro
de Harry Potter fue publicado en Reino Unido por Bloomsbury
en julio de 1997 y en los Estados Unidos por
Scholastic en septiembre de 1998,
previo pago de $105 000 a Rowling, una suma sin precedentes para un libro para
niños por el derecho de las ediciones en EU. Temiendo que algunos
de los lectores no entendieran la palabra «filosofal» ni la asociaran a un tema
mágico (la piedra
filosofal está relacionada con la alquimia), Scholastic
insistió en que el libro sea retitulado como Harry Potter and the Sorcerer's
Stone (Harry Potter y la piedra del hechicero) para el mercado
estadounidense.
Los editores de Rowling
lograron capitalizar este fenómeno gracias a las rápidas y sucesivas
publicaciones de los cuatro primeros libros que no permitieron que decayera el
interés de los lectores, aun incluso cuando Rowling se tomó un descanso entre
la publicación de el cáliz de fuego y la Orden del Fénix. La
serie también logró seguidores adultos, lo que impulsó dos ediciones de cada
libro de Harry Potter, con texto idéntico, pero con una carátula dirigida a los
niños y otra a los mayores.
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